La situación actual ha sido un excelente maestro para todo aquel que haya decidido aprender de ella, para todo aquel que en lugar de entrar en angustia ve la situación como una forma maravillosa de aprender. Debo confesar que a principios de este año supe de parte de Dios que debía preocuparme más por mi ser que por mi quehacer, debía preocuparme más por mi relación con Él que por todas las actividades que hacía para Él dentro y fuera de la Iglesia, y aunque fue sencillo de entender en un principio, nunca jamás como ahora se ha vuelto una realidad indeleble en mi vida. Ese día que escuché la voz de Dios hubo algo claro: este año debería ser más importante mi relación con Jesús, que cualquier cosa que hiciera por y para Él, y todo esto basado en la historia de Marta y María (las hermanas de Lázaro, aquel a quien Jesús resucitó). Recordarán que Jesús fue a visitar a las hermanas y mientras María se postró a escuchar a Jesús, Marta se preocupó más por el aseo y la comida e intentó que Jesús reprendiera a su hermana porque esta había decidido postrarse a sus pies y escucharlo.
Como seres humanos y más aún cuando hacemos parte de un ministerio dentro de una Iglesia, nuestro impulso nos lleva a hacer y hacer cada día más, nos cuesta quedarnos quietos a contemplar, a meditar y a hacernos diferentes preguntas que podrían ser trascendentales para nuestras vidas y esto quizá porque pensamos que Dios se maravilla más de nosotros mientras más actividades tenemos o que nos amará más porque hacemos más. Todo esto me lleva a hacerme una pregunta ¿Qué pasa entonces con el amor de Dios hacia nosotros ahora que nuestra movilidad es mínima? ¿Cómo alcanzamos entonces el favor de Dios ahora que no tenemos en nuestra Iglesia reuniones constantes, o que no vamos al trabajo, o ahora que no podemos visitar a nuestras familias o que incluso tenemos restricciones para llevar un plato de comida a alguien que lo necesite, si anteriormente queríamos ganar el favor de Dios con estas acciones?
Después de preguntarme todo esto, debo volver a la historia de Marta y María y junto con esta palabra aprendí algo, es necesario volver a la esencia, volver al principio y resaltar la única verdad: Dios no nos puede amar más de lo que nos ama porque Él ya nos amó cuando mandó a Cristo a morir por nosotros y no podemos hacer nada que sea suficiente para ganar su favor. Quizá Dios esta permitiendo todo esto para darnos cuenta que nuestra aprobación en Él no está en las actividades que hacemos, sino en lo que Él ya hizo y eso que Él ya hizo, nos debe llevar a tomar la decisión de estar a Sus pies y esto debe ser lo más importante; nos hace recordar las mismas palabras de Jesús a Marta cuando se desesperó porque su hermana no hacía nada más que escuchar a los pies de Él "Pero Jesús le contestó:—Marta, Marta, ¿por qué te preocupas por tantas cosas? Hay algo más importante. María lo ha elegido, y nadie se lo va a quitar" (Lucas 10:41-42).
Nuestro recurso más valioso es nuestra fe y esa nadie nos la puede quitar, por eso te invito a que este sea un tiempo de volver a la esencia y que Jesús sea tu única razón, lejos del activismo no solo dentro de la Iglesia sino en otras áreas de tu vida.
Isabel Cristina Ocampo Quiceno
instagram @loque.aprendi

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