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¡Florece!

Actualizado: 5 abr 2020

Hace unos días estaba en una salida de campo cuando de repente algo llamó mi atención, era una bella flor que pendía de un arbusto y lo sorprendente de todo era el ambiente que la rodeaba, era hostil, todo a su alrededor estaba muerto, seco, incluso era la única flor presente en aquel arbusto. Era un flor con una gran belleza, bueno realmente era una inflorescencia la cual se caracteriza por ser una agrupación de varias flores pequeñas; estas eran anaranjadas y amarillas y fue realmente bello ver como se imponía al ambiente seco y sin vida que la rodeaba.


En el momento que la vi vino un pensamiento a mi cabeza “¿Somos nosotros como esa bella flor que se impone ante el ambiente, o somos de aquellos que no florecemos porque el ambiente nos gobierna? Este pensamiento tiene mucho sentido si tenemos en cuenta que vivimos en un mundo caído que generalmente presenta circunstancias adversas. Si esta planta vive en este ambiente y crece tan hermosa, entonces ¿Qué determina su belleza? De repente vino una posible respuesta a esta pregunta: lo que determina su belleza no es lo que la rodea, sino lo que ella tiene dentro. Nosotros somos como aquella flor, la Biblia dice “Mayor es el que está en nosotros que el que está en el mundo” ( 1 Juan 4:4), es decir, que mayor es Aquel Jesús que vive en nosotros que aquel que está afuera, ese mismo que con sus engaños muchas veces nos hace creer que las circunstancias son las que determinan nuestra belleza. Esta flor sirve para atraer mariposas en los jardines, es medicinal, tiene propiedades antibacterianas y es capaz de vivir en ambientes hostiles e imponerse frente a las demás plantas, y todo esto está determinado por su genética, por su interior.

Esta planta me llevó a pensar en mi origen y en cual es mi esencia, Efesios 1 dice que hemos sido predestinados y escogidos por Dios antes de la fundación del mundo, lo cual quiere decir que aquello que tengo dentro tiene un origen divino, satanás siempre querrá engañarme sobre mi origen haciéndome creer que lo que está alrededor debe determinar mi belleza y en cuanto a prototipos de belleza, diciéndome que debo encajar en los estándares absurdos, razón por la cual pierdo de vista de donde vengo y que si Dios me creó, entonces debo parecerme a Él.

De la bandera española (Lantana camara para los más curiosos) aprendí que aquel que tengo dentro (Aquel Jesús que es el Mayor), es quien determina quién soy, que las circunstancias hostiles a mi alrededor no deben gobernarme, que con lo que soy tengo un propósito especial para servir a otros (así como aquella flor atrae mariposas) y que yo misma puedo pasar por encima de todo y florecer con la ayuda del Espíritu Santo de Dios.


Isabel Cristina Ocampo Quiceno

instagram @loque.aprendi




 
 
 

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