Seas hombre o mujer estoy segura de que alguna vez has luchado contra la baja autoestima y la codependencia emocional, por lo tanto, en algún grado te sentirás identificado conmigo. Cuando empecé mi vida con Jesús todo el tiempo me repetían: “Tu valor no viene de lo que la gente diga, tu valor viene de lo que Dios dice de ti” y mi psicóloga me decía “Tu valor no viene de agentes externos, tu valor viene de adentro” ¿Cómo podía reconciliar estas dos frases? ¿Acaso ambas decían lo mismo desde dos áreas distintas de la vida, la Teología y la Psicología? Además de reconciliarlas, para mi era difícil poder comprender cómo estas frases podrían cambiar mi vida y las relaciones que tenía, no solo las de pareja, sino todas las relaciones a mi alrededor. Muchos años después, esa respuesta llegó. Tuve varias relaciones sentimentales que después de acabarse me enseñaron a quererme un poco más, pero aún quedaban trazas de poca valía en m vida, y me repetía siempre las mismas frases que cité anteriormente, pero sin fruto alguno. Un día, esa respuesta llegó y deseo poder contártelo porque así como me ayudó a mi, quizá a ti también pueda ayudarte.
Juan 14:23 dice “Jesús le contestó: El que me ama, hace caso de mi palabra; y mi Padre lo amará, y mi Padre y yo vendremos a vivir con él.” Este verso es clave porque nos menciona que Jesús y el Padre viven en nosotros. El hecho de que Jesús y el Padre vivan dentro de nosotros soporta el hecho de que nuestra valía no viene de afuera sino de adentro, porque lo que somos viene en esencia de lo que Dios dice, y como sabemos que la verdad de Dios no cambia, por lo tanto tampoco cambiará nuestro valor. Las acciones de los demás sí son cambiantes. Por muchos años me sentí poco apreciada cuando una pareja no me elegía, pero poco a poco me fui dando cuenta que si mi valor venía de adentro, mi valía no iba a depender de lo que esa persona hiciera, lo que esa persona hiciera hablaba más bien del valor y de la estima que esa persona se tenía, pero no de mi estima. El valor que me doy a mi misma se refleja en mis acciones y en lo que yo le permito a esa persona, más no en las decisiones de esta.
¿Cuándo estamos permitiendo que nuestro valor venga de afuera y no de adentro? Cuando
nos sentimos menos porque esa pareja no nos eligió, cuando nos sentimos menos porque esa persona no nos presta la atención que creemos necesitar, cuando nos sentimos menos amados porque esa persona nos decepcionó o cuando sentimos que ya no existe en el planeta alguien que nos pueda amar y que no merecemos una bonita historia de amor. Si una persona en un ataque de ira arruga un billete de 100 dólares y lo arroja al suelo, ese acto habla de la conducta de la persona, pero no condiciona el valor del billete porque alguien superior ya le otorgó la condición de valioso. Lo mismo pasa con nosotros cuando somos “arrojados” por otra persona, porque ya Dios nos llamó amados. Las acciones de otras personas no tienen nada que ver con la mujer o el hombre que eres porque tu validación viene de cómo te concibes desde el punto de vista de tu Creador. Si basas tu valor en las acciones de otra persona, estarás poniendo una carga por demás injusta sobre esta, porque muy probablemente las acciones de esa persona, están empañadas por sus propios traumas y por una muy probable baja autoestima. Alguien me dijo “la percepción de la estima propia puesta en la interacción con otros puede ser una manera frágil de organizar la propia”, y eso me hizo clic. Tú sigues siendo valioso así esa persona no te escoja, porque tu valor viene de lo que Dios ya dijo de ti, tu valor es una importan que viene desde tu nacimiento y no está condicionado por las acciones de otro. Por otro lado, poner nuestro valor sobre alguien igual de imperfecto a nosotros es un riesgo muy grande, porque así esa persona tenga lo que tú consideres un buen comportamiento, algún día fallará y quizá no te tratará como tú deseas, entonces te sentirás menos. Nuestro valor debe estar basado en lo que dice Jesús de nosotros, porque pasarán el cielo y la tierra pero su Palabra no pasará (Mateo 24:35). Si sustentamos nuestro valor sobre terreno firme, demostramos que somos sabios porque al hacer caso a su Palabra, estaremos construyendo sobre la roca (Mateo 6:24), el cimiento más poderoso que hay.
Cuando alguien te traiciona, te miente, o solo juega contigo, no demuestra lo que tú vales (recuerda el billete roto y arrugado), demuestra más bien cuánto se valora a sí mismo. Cuando reconoces que tu valor no cambia, así termines roto y deshecho como el billete de 100 dólares en el suelo, podrás reconocer que tú sigues siendo valioso. Nadie podrá darte el valor que tú mismo no te das, nadie podrá darte la atención que tú mismo no te das. Por eso, la próxima vez que ese mensaje que esperas no llega, que esa persona no se comporte como esperas y peor aún, que esa persona decida estar con otra en lugar de contigo y tú te sientas roto y deshecho, recuerda que aún así, sigues siendo más valioso, tanto o más que un billete de 100 dólares.
Isabel C. Ocampo Quiceno
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